Hijo de un padre fracasado, alcohólico y abusivo, mi mamá murió de un largo y devastador cáncer cuando yo tenía 18 años, mi abuelo que fue mi guía y ejemplo murió unos años después, fracase con todas mis parejas, problemas en el trabajo, murió Camila mi adorada pug de 8 años, me diagnosticaron ADHD, la pandemia me hizo temerle a salir a la calle y durante un época pensé que lo más fácil sería quitarme la vida.

¿Cómo funcionaba? En mi caso no era un sentimiento dramático o pasional, a veces, me encontraba analizando diferentes alternativas que fueran lo menos molestas para la gente que quiero: limpias, prácticas, sin dolor, no era un problema para ellos, era mi problema. Realmente era difícil concluir a nivel logístico cuál sería la mejor decisión.

Un buen día en la noche, estaba sentado en mi cama analizando estas alternativas y volteé a ver a Nico y Pagu Antonio, una preciosa pug negra y un gordo tipo Schnauzer que recogí en la carretera. Estaban profundamente dormidos, en paz, sobre el sillón que está en mi recámara. No podía dejarlos solos ¿Quién los iba a cuidar y querer como yo? Fue entonces cuando me di cuenta: Había perdido el propósito de vivir.

“…los pensamientos suicidas se están haciendo demasiado comunes últimamente, demasiado normalizados, antes me asustaba, ya solo llegan.”

Notas del diario

Meses antes había empezado terapia para entender y poder manejar el ADHD, no es una condición sencilla o sin importancia: en Estados Unidos hay estudios aterradores sobre las consecuencias, accidentes fatales, adicciones a las drogas, alcohol, compras, juego, etc, suicidios, gente incapaz de llevar una vida o un trabajo “normal”, esto afecta al 10% de la población y este número se basa solo en la gente diagnosticada, sin embargo se cree que es mucho mayor, y esto, sin contar la afectación emocional de la gente que está alrededor.

Cuando le confesé a mi terapeuta que durante el fin de semana había tenido pensamientos suicidas, la sonrisa siempre amable y el tono de voz bonachón y alegre que la caracteriza se transformó en un rostro lleno de preocupación, me insistió en el mejor de los sentidos sobre llamarla o escribrle cuando estuviera pasando por una crisis así, ante toda sus preocupación, estaba tranquilo en esa sesión, confiado de que no haría nada, el amor por Nico y Pagu, me tenía anclado y las cosas estaban cambiando.

Con el diagnóstico de ADHD me dedique a leer todo lo que pude,  ver ponencias con los principales neurocientíficos, psiquiatras y psicólogos expertos, la respuesta se repetía una y otra vez, el cerebro/mente procesa todo lo que vemos, sentimos y hacemos, sin embargo la cultura en la que vivimos premia el castigo al cuerpo, dormir poco, tener estrés y comer mal, todo esto es veneno que detona una inestabilidad emocional y cognitivo impresionante.

Fué entonces que decidí cambiar mi vida, crearía las condiciones para que mi mente estuviera en el mejor lugar, si cambio un 1% cada semana el potencial de evolución es enorme. Comencé con un diario escribiendo como me sentía, describiendo una vida llena de soledad, miedos y tristeza. Esto sería una radiografía de ese momento en mi historia y la base para partir

El sueño:

La alimentación:

Arquitectura del día:

Ejercicio:

Unas semanas atrás leí ese primer día del diario y no reconocí a la persona que lo escribió, a lo limitante que es y lo difícil que puede ser para las relaciones,  por un lado me ayudó a entender las decisiones que había tomado pero por otro lado, se presentaba como un futuro complicado y obscuro.

El estar presente es un regalo de la vida que pasamos por alto y el ADHD te mantiene congelado entre el futuro y el pasado. Nunca estás.

En algún momento del proceso entendí que para encontrar la luz necesitaba dos instrumentos clave: A) Terapia B) Entender a profundidad que era el ADHD. Mientras mis sentimientos y emociones estuvieran cuidados me daría espacio para llegar a una respuesta.

Al adentrarme en el ADHD me llevó a entender el cerebro desde una profundidad que no me imaginaba y descubrir que la brecha entre pensamientos, positivos o negativos y mi cuerpo era menor de lo que imaginaba. En la medida en la que sanaba mi cuerpo, sanaba mi mente y por lo tanto controlaba el ADHD.

Entendí que mi proceso para encontrar la luz se debía dividir en dos partes clave: A) Terapia para mantenerme acompañado, cuidado y contenido emocionalmente B) Estudiar a profundidad que era el ADHD para saber que era, que lo detonaba, como me afectaba, etc.

En efecto la guía de mi terapeuta experta en la materia me estaba ayudando a llevar una estabilidad emocional muy fuerte y para poder entender esta condición.

En algún momento del proceso decidí enfrentar las cosas de frente si tenía una condición que había alterado todas las decisiones de mi vida quería saber que era, que la detonaba, como me afectaba. ¿Me servía de algo?.

Tocar fondo, terapia y mi obsesión por entender el ADHD me llevaron a una revelación: aceptar que estaba en mi peor momento de vida, perdonarme por todo lo que había hecho en el pasado, entender que esta condición es manejable y sobre todo, descubrí un propósito de vida, llevarle las herramientas que nunca tuve a la gente para que no vivan lo que yo viví.

Autor: Ivan Sierra

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